Yo te ví,
eras un ángel de Biblia.
Caminabas suave sobre
el cielo de las peculiaridades.

Aquí, tu presencia
hacía parecer existía
una realidad exigua
repleta de tus risas dulces…

Llenaste con todo lo tuyo
lo ambivalente de mi ser,
y vaciaste mi cántaro de infortunio
para llenarlo de nuevo con tu nombre,
Fortunata!

También empecé a vivirme
converso; te recé porque tácito
te adoraba. Yo, tu primer mártir,
moriré por tí, afortunada...

Saturaste mi vida, escanciando
totalmente, tu amor frutal,
incienso y humo líquido, sobre mi
corazón, por tí obliterado.

Te fuiste,
y no te ví abandonar mi espacio
vital; tu buen altar, tu vela
de adorar es lo que soy yo por tí,
Fortunata.

Ví cómo dejabas tu huella:
Un pie desnudo y pequeño,
hollando firme la nieve azulada
vinculada con lo peculiar, mi soledad!

(Postrer)
Anatema de color. Sólo en
mis sueños remanentes del día,
vive una planta con flor que aun
ríe con tu risa imaginada,
Fortunata...

¡Clama por mí, presto te adore!

08/23/2025

Posted on 08/23/2025
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